Noticia original de La voz de Galicia
Desde que se hizo médico en Navarra y urólogo en el Chuac, Luis Busto (A Coruña, 1983) ha pasado por Ámsterdam, Londres y Burdeos, donde aprendió de los pioneros en cirugía mínimamente invasiva. Desde el 2017, trabaja en la Martini-Klinik de Hamburgo, un centro de referencia en cáncer de próstata.
-¿Por qué Alemania?
-Me marché por razones sentimentales y surgió el trabajo. Era una oportunidad para aprender.
-¿Piensa volver?
-Por ahora, si puedo seguir en esta clínica, no en cualquier otra, continuaré. Aunque viajo a A Coruña a operar tres o cuatro veces al año. La vuelta es complicada. Si quieres avanzar, hay que moverse. Quedándote en un sitio 30 años es difícil progresar.
-¿Qué diferencia a la Martini?
-En Alemania hay un sistema mixto, todo el mundo tiene seguro, privado o público, y está estipulado por ley lo que se paga y lo que se cobra. El paciente elige. La Martini tiene dos tipos: los privados en una zona confortable de habitaciones individuales y los públicos, en dobles, en una área más hospitalaria.
-¿Y la atención clínica?
-Es exactamente igual para los dos. Si quieres elegir médico, hay copago. Pero hacen cuestionarios de satisfacción y el 97-99 % recomendarían la clínica a su familia.
-¿Por qué?
-No solo porque se operan 2.500 pacientes de cáncer de próstata al año, el doble que la segunda que más hace en el mundo, que es la Hopkins. Es por la calidad asistencial. Los pacientes quieren operarse aquí. La clave es la superespecialización y el sistema facultativo, hay catorce cirujanos y una autoevaluación constante, con cuestionarios digitalizados de complicaciones, resultados funcionales…
-¿Y en España?
-En España la calidad asistencial es buena y hacemos de todo. Desgraciadamente al mismo nivel no está, porque no hay la misma inversión. Allí el seguro mínimo es de 350 euros al mes, pero los hay de más de 1.200. Aquí la población paga poco. En Alemania hay copago para técnicas novedosas, como para el robot Da Vinci. Allí el seguro paga por patología y tú puedes operarte como quieras: si quieres robot, pones la diferencia. El sistema es un poco empresarial, se puede elegir médico y hospital, lo que obliga a hacerlo bien para que vayan enfermos y generar dinero. Es una competencia sana. En España vas al que te toca, hay menos control y más derroche. En Alemania o operas bien, o no operas. No te dejan. Si hay complicaciones, das problemas al hospital y no le convienes.
-¿Cómo abordan el cáncer de próstata?
-Estamos yendo hacia minimizar los sobrediagnósticos y sobretratamientos.
-¿Se está tratando a gente de cáncer sin tenerlo?
-No, no. Hay gente que tiene cáncer, pero no es agresivo y no van a morir por él. Hay que identificar a los que tienen más riesgo, seleccionar a quién y cómo operar. Depende de la expectativa de vida, las comorbilidades… El problema es que el método diagnóstico, el PSA y la biopsia, no son 100 % efectivos. Las guías europeas no recomiendan hacer el análisis del PSA por encima de los 75: si tiene cáncer no le va a dar problemas. Otra cosa es alargar la vida cuando ya no es curable. Hay nuevos fármacos antiandrógenos y el futuro posiblemente vaya hacia la inmunoterapia.
-¿Y en cirugía?
-Hay que disminuir las secuelas en incontinencia e impotencia. Ahí entran las nuevas técnicas y, sobre todo, la experiencia de cirujanos que operan mucho. De eso se nutre la Martini.
-¿El robot es el futuro?
-Es como los móviles, van saliendo nuevos modelos. Ya he probado 3-4 generaciones. Mejora los movimientos, pero de momento lo más importante sigue siendo quién te opere. Los resultados son similares en cirugía abierta, laparoscópica o robótica. El robot lo que hace es facilitar y pronto saldrá uno para operar con una sola incisión y que abra los brazos dentro del paciente. Es el futuro porque hay menos sangrado, acorta la recuperación es mejor y llegas a tener mayor precisión operando menos casos. La curva de aprendizaje es más rápida y eso es importante.